A QUÉ TENGO DERECHO
Cuántas veces
hemos oído o dicho, de broma o no, la frase “¿A qué tengo derecho?” indicando
que vamos a aprovechar todo aquello que la ley o las normas nos permitan. Eso
está bien porque, por suerte, vivimos en una sociedad con sus pautas bien establecidas
y, en principio, con salvaguarda de nuestras libertades y derechos. Sin
embargo, olvidamos cumplir de forma tan inflexible los deberes. Creo que fue John
Kennedy quien en uno de sus discursos al pueblo estadounidense dijo aquello de
“… no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer
tú por tu país”. Y tenía razón. Ya está bien de querer pertenecer a la colectividad solo para
acaparar los beneficios que ésta nos proporciona; la mentalidad debería ser
otra, qué puedo yo ofrecer para mejorar la sociedad o, por lo menos, no
deteriorarla.
Hace
unas semanas, volviendo del instituto, vi cómo unos chicos se paraban a mirar
la fuente de la plaza Santa Ana. Desde la acera, les pregunté qué miraban y me
contestaron que había peces. Me pareció buena idea que hubiesen mejorado la
imagen de la plaza con el atractivo de peces de colores (creía yo). Una hora
más tarde, tuve que volver al instituto y decidí acercarme a la fuente para ver
los peces. Poco podía yo sospechar lo que iba a ver porque cuál no sería mi
sorpresa y mi indignación cuando vi que los peces de colores eran carpas de
gran tamaño, unas diez o más, y que los animales luchaban por nadar en el agua
sucia y escasa, con muchas bolsas de
plástico alrededor. El espectáculo era deplorable, se estaban muriendo,
intentando sobrevivir, agonizando, con las bocas muy abiertas… No había nadie
en toda la plaza y no pude desahogar el sentimiento de impotencia que me
invadía. Solo se me ocurrió llamar por teléfono a la Policía Municipal explicando
el hecho. Me dijeron que lo intentarían solucionar y lo hicieron porque a la
vuelta, dos horas después, ya no estaban.
Varias
preguntas se me ocurren: ¿Qué desalmado (por no utilizar otro adjetivo) echó
esas carpas allí, sabiendo que morirían? ¿Por qué los que las vieron antes que
yo no hicieron nada? ¿Por qué no defendemos el espacio público con la misma
garra con que defendemos el privado?
Ahora,
tal vez, la pregunta con la que titulo el artículo cobre más fuerza: ¿A qué
tengo derecho? Tienes derecho a que la sociedad vele por ti y los tuyos, a tu
seguridad, a que tus libertades no sean coartadas,… Pero también tienes
deberes, debes cuidar tu entorno y tienes la obligación de no destruir lo que,
con esfuerzo y dinero de todos, hemos construido.
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