OCULUM
OTRA CONMEMORACIÓN
Otro año más
se conmemora a bombo y platillo el Día de la Mujer (ya he perdido la cuenta de
si el título incluye “trabajadora” o no). Es lo mismo, el hecho es que, año
tras año, hemos de recordar a la sociedad que la mujer existe y tiene los
mismos derechos que el hombre, ¿no es penoso?
Hace unos días
me preguntaban qué creía yo que era ser mujer y contesté que, sin pretender
iniciar una guerra de géneros, ser mujer
significa tener una perspectiva especial del mundo que nos rodea, ni mejor ni
peor que la del hombre, pero diferente al fin y al cabo. Ser mujer es tener una
capacidad de entregarse en cuerpo y alma a aquello que nos apasione en ese
momento y ser mujer significa poseer grandes dotes de sacrificio. Al mismo
tiempo, considero que la mujer es mucho más resolutiva que el hombre y más
práctica. Si el mundo estuviera dirigido por féminas se perdería menos el
tiempo en discutir absurdos y se iría al grano, pero no es eso lo que nos
ocupa, y no voy a alargarme más, sino el hecho de tener que dedicar un día
expresamente a la mujer.
Es obvio que
físicamente somos más débiles, en líneas generales, y esto puede dar lugar a
equívocos y llevarnos a pensar que esa debilidad es general. Nada más alejado
de la realidad, nuestra fortaleza radica en una mayor claridad de mente que nos
hace crecer ante las adversidades y
adaptarnos a cualquier circunstancia. Sin embargo, la pasión que nos
caracteriza juega, a veces, en contra y nos hace abandonar el camino que nos
marca nuestro instinto para seguir otras sendas impuestas por el amor, la
responsabilidad o las normas sociales. Si la mujer pudiera desligarse de estas
ataduras volaría tan alto como sus alas le permitieran y conquistaría el mundo,
teniendo como única guía su afán de superación.
Pero todavía
no ha llegado ese día, aún tenemos casos frecuentes (¡demasiado frecuentes!) de
mujeres acosadas en su trabajo, discriminadas en el salario o, simplemente,
acalladas en su entorno por un hombre que, mentalmente es inferior y que ese
complejo lo traduce en dominio. El hombre que es inteligente no necesita
dominar a la mujer, sino que su relación se sustenta en la igualdad; solo los
débiles, los inseguros y los pobres de espíritu tienen que sentirse superiores
pero… esa superioridad es ficticia, basada en el miedo o la dependencia
económica (¡qué triste!) de la mujer. Por eso, la solución pasa por inflar de
aire el mundo femenino para que todas puedan desplegar sus alas y… ¡a volar!
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