domingo, 20 de abril de 2014

Otra conmemoración. Artículo en La radio de papel de abril

           OCULUM

              OTRA CONMEMORACIÓN


Otro año más se conmemora a bombo y platillo el Día de la Mujer (ya he perdido la cuenta de si el título incluye “trabajadora” o no). Es lo mismo, el hecho es que, año tras año, hemos de recordar a la sociedad que la mujer existe y tiene los mismos derechos que el hombre, ¿no es penoso?
Hace unos días me preguntaban qué creía yo que era ser mujer y contesté que, sin pretender iniciar una guerra de géneros,  ser mujer significa tener una perspectiva especial del mundo que nos rodea, ni mejor ni peor que la del hombre, pero diferente al fin y al cabo. Ser mujer es tener una capacidad de entregarse en cuerpo y alma a aquello que nos apasione en ese momento y ser mujer significa poseer grandes dotes de sacrificio. Al mismo tiempo, considero que la mujer es mucho más resolutiva que el hombre y más práctica. Si el mundo estuviera dirigido por féminas se perdería menos el tiempo en discutir absurdos y se iría al grano, pero no es eso lo que nos ocupa, y no voy a alargarme más, sino el hecho de tener que dedicar un día expresamente a la mujer.
Es obvio que físicamente somos más débiles, en líneas generales, y esto puede dar lugar a equívocos y llevarnos a pensar que esa debilidad es general. Nada más alejado de la realidad, nuestra fortaleza radica en una mayor claridad de mente que nos hace crecer ante  las adversidades y adaptarnos a cualquier circunstancia. Sin embargo, la pasión que nos caracteriza juega, a veces, en contra y nos hace abandonar el camino que nos marca nuestro instinto para seguir otras sendas impuestas por el amor, la responsabilidad o las normas sociales. Si la mujer pudiera desligarse de estas ataduras volaría tan alto como sus alas le permitieran y conquistaría el mundo, teniendo como única guía su afán de superación.

Pero todavía no ha llegado ese día, aún tenemos casos frecuentes (¡demasiado frecuentes!) de mujeres acosadas en su trabajo, discriminadas en el salario o, simplemente, acalladas en su entorno por un hombre que, mentalmente es inferior y que ese complejo lo traduce en dominio. El hombre que es inteligente no necesita dominar a la mujer, sino que su relación se sustenta en la igualdad; solo los débiles, los inseguros y los pobres de espíritu tienen que sentirse superiores pero… esa superioridad es ficticia, basada en el miedo o la dependencia económica (¡qué triste!) de la mujer. Por eso, la solución pasa por inflar de aire el mundo femenino para que todas puedan desplegar sus alas y… ¡a volar!

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