OCULUM
DESDE LORA Y PARA LORA
En días
pasados, pudimos asistir a la presentación de unas guías turísticas de Lora,
creadas para que aquéllos que nos pudieren visitar no vaguen por nuestras
calles sin saber qué enclaves, rurales o urbanos, son los idóneos o qué platos
han de degustar y dónde. Lástima que estas guías no vengan acompañadas de un
plan de apertura porque no creo que ese hipotético turista quede muy satisfecho
al situarse en el lugar señalado y no tener acceso al interior. Sería muy
interesante poder contemplar algunas dependencias del Ayuntamiento, del
edificio de El Bailío, iglesias varias y convento…, incluso el castillo de Lora,
por qué no.
Volviendo al
tema de las guías, sirvan o no de reclamo de visitantes foráneos, es una idea
magnífica, pues el hecho de aunar en un documento el patrimonio de nuestro
pueblo significa que, de pronto, podemos contabilizar la riqueza de la que
somos partícipes y de la que, tal vez (solamente, tal vez), no somos conscientes.
En mi trabajo diario con jóvenes puedo observar que, en ocasiones, se quejan de
que en Lora no existen lugares de ocio adecuados a sus gustos y, cuando lo
comparan con pueblos cercanos, no salimos bien parados. Esta idea, llevada a
extremos, está presente en gran parte de los habitantes y, con frecuencia, nos
invade la sensación de que no salimos en televisión más que para desgracias,
nada más lejos de la realidad, por otra parte. Significativo es que, sólo en la
distancia, el loreño es capaz de apreciar lo que dejó.
Hace años, como
experimento pedagógico, mi compañera (y amiga) Pilar Angulo y yo llevamos a
cabo una actividad dirigida a alumnos de Bachillerato en el IES Axati.
Queríamos conseguir que tomaran conciencia de la belleza de nuestro pueblo, de
su singular arquitectura o, simplemente, que recorrieran sus calles con actitud
contemplativa y no inquisitiva. Debían fotografiar su rincón favorito (así
denominamos el proyecto, “Mi rincón favorito”) y expresar en prosa lírica (más
o menos) lo que sentían al estar allí. Lo conseguimos, resultó todo un éxito, tanto que, al exponer todas
las fotografías en nuestra biblioteca, ellos mismos no las reconocían y nos
decían: “No parece Lora”. Pues es Lora, porque Lora es así de bella, sólo hay
que mirarla con buenos ojos y se nos presenta como un pueblo magnífico y
entrañable, lleno de muchos rincones que
nos pueden conmover.
Esperemos que la iniciativa del
Ayuntamiento de publicar estas guías sirva a la sociedad loreña para llegar a
una catarsis parecida.
Manuela Castillo
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